Las personas reaccionamos de manera muy curiosa en algunas ocasiones. Tú estabas ahí, estás ahí todos los días. Podía entrar a saludarte o no, dependiendo del humor conque me levanto cada día, saludarte y marchar o reír un rato juntos, contando historias sobre cosas que no necesitan facturas. Lo cierto es que tu risa ahora resuena en mi mente como el eco de un sonido que ni siquiera he llegado a escuchar.
Hoy encuentro que no estás y me sorprendo traicionándome, buscando todo aquello que tenga un esbozo de ti. Trocitos de sentimientos que escondía en la mano tras mi espalda como quien tiene algo que no debe o no le pertenece. Tú no me perteneces. Yo no te pertenezco.
Hacía tiempo que no soñaba con enseñarte a recorrer mis caminos.
Ahora estoy sentada sobre la arena de esta playa jugando con estos instintos prohibidos, esperando que el mar te devuelva y correr a guardar mis nostalgias en la caja de música.
Esta vez tiraré la llave al mar cuando no me veas pero la caja la guardo por si algún día, cuando ya no esté prohibido, te lleve a mi rincón para enseñarte mis secretos.
Hasta entonces.